Su espada-sierra terminaba su faena sin limpieza, sin grandes movimientos, simple, letal, sangriento y como todo arte... manchando, machando mucho. Su pistola bolter, descarga su furia contra los herejes. No recordaba hacia cuantas horas no se movía mas de tres metros, pero era lo que menos le importaba en aquel momento. Uno de sus hermanos le había pedido matener la linea en ese punto y era lo que iba a ser. No sentía cansancio, no sentía temor, solo sentía odio hacia todo lo que no fuese humano...
Su movimientos eran duros, fuertes sin sutilezas o aspavientos, pero letales, practicados hasta la saciedad, ayudado por la servoarmadura y sus capacidades especiales mas allá de todos los humanos, cualquier otro ser quizás se habría rendido, habría huido, o terminaria muerto por cuatro horas de lucha intensa, pero el no, no se podía permitir el descanso mientras los enemigos del Emperador siguieran respirando.
Otro golpe de su espada, desgarraba la carne de una manera grotesca, otro disparo en la cabeza de su enemigo, otro muerto, otro muerto, otro muerto. Las oleadas parecían no tener fin, pero su fe, hacia que la fuerza de su brazo no tuviese parangón.
Su final no fue heroico, no fue un gran villano, ni un arma mortal, cayó rendido sin aliento, con la furia en sus ojos, con la ira aun en su carne, detenido por un montón de heridas, con los trozos de su servoarmadura desperdigados por el suelo... su boca lograba saborear su propia sangre, el barro y la sangre de sus enemigos... no estaba muerto, ni lo estaría... sus hermanos, llegaron a tiempo desde los cielos cayeron como los ángeles de la muerte que son, como la ultima esperanza de la humanidad. Viviría un día mas, para llevar el odio del Emperador a sus enemigos una vez mas.
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