21 ene 2012

Sin nombre III

Sus brazos ya no sentían el dolor por el esfuerzo, igual que su piel no sentía la tierra, sudor y la sangre que manaba de sus dedos. Cada pequeño avance suponía un esfuerzo para sus ya fatigados músculos, pero la muerte le llamaba y no quería llegar tarde a su cita.

Por unos fugaces momentos, que se le antojaron los suficientes para llegar a su destino pudo recordar su pasado y como había llegado hasta allí...

Otrora poderoso y magnifico guerrero, orgullo de amigos y familia, el primero en matar, el primero en abrir el barril cerveza, el primero en irse de mujeres, el ultimo en salir de la taberna. El amigo perfecto, el parangón, el campeón... pero, no todas las historias tenían un final feliz, y esta no era excepción. Un buen día, tal como cualquier otro del año, un hombre llego a su casa, hablándole a su mujer, que todo el tiempo se preocupaba por su marido, otorgándole una simple baratija, un amuleto que llevaría sus rezos y preocupaciones hasta oídos de su marido. Al poco tiempo, aquel vendedor volvía a su hogar a vender bagatelas, hasta que todo quedo claro. Su mujer estaba ocultando reliquias del Caos de aquel simpático vendedor que resulto ser amante de su preciosa mujer, la única que amo en toda su vida, sin mas remedio que purgar su hogar... tuvo que hacerlo.

Ahora con su cresta de pelo apuntando al cielo, sus músculos al desnudo, su sed de sangre aflorando y con su hacha de proporciones que ningún humano llevaría... el enano se lanzo hacia el vacio, donde estaba aquel gigante que amenazaba con romper la fila de sus antiguos hermanos en armas. No quería hacer esperar su cita con la muerte, no esta vez.

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